A siete años de un suceso, el suceso ya es otro.
El nacionalista cree que el lugar donde nació es el mejor lugar del mundo; y eso no es cierto. El patriota cree que el lugar donde nació se merece todo el amor del mundo; y eso sí es cierto.
La muerte es dulce; pero su antesala, cruel.
La polisemia de nación lleva lastrando la capacidad de ponerse de acuerdo acerca del futuro del reino de España desde el momento mismo en que se aprobó la Constitución de 1978.
Lo malo de los que se creen en posesión de la verdad es que cuando tienen que demostrarlo no aciertan ni una.
No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo.
Un carallo a tiempo es una victoria dialéctica.