El tema de la privatización de la universidad, es parte de un proyecto continental que busca "minar" la enseñanza pública, "porque ahí la gente importa y eso no está bien. No interesa que a la gente le importen los otros, y por eso hay que destruirla, porque es un peligro. Hay que fomentar el individualismo y el consumo, no la solidaridad. Por eso se eliminan los sindicatos, la enseñanza pública y ahora "los maestros del Universo en Davos enseñan el dogma de moda: la ganancia personal y el no te involucres.
En otras palabras, lo que EE.UU. quiere es "estabilidad," siempre que esta signifique seguridad para las "clases altas y grandes compañías extranjeras." Si eso puede lograrse dentro de los parámetros formales democráticos, mejor. Si no, la "amenaza a la estabilidad" dada por el buen ejemplo tendrá que ser destruida antes que el virus infecte a otros.
Internet, como toda tecnología, es un arma de doble filo. Como toda tecnología, incluyendo la prensa escrita, tiene un potencial liberador pero tiene también un potencial represivo, y hay una batalla en curso sobre en qué dirección va, como la hubo para la radio, la televisión, etc.
La economía mundial es cada vez menos librecambista y más corporativa y concentrada. Está funcionando como un arma en contra de la democracia.
Los acuerdos internacionales de "libre comercio" envuelven una intrinca combinación de liberalización y proteccionismo en muchos sectores estratégicos, como en el caso de la industria farmacéutica, permitiendo que megacorporaciones recauden ganancias enormes con el monopolio de los precios de las medicinas que, a su vez, fueron desarrolladas con una substancial contribución del sector público.
Los medios de masas de verdad intentan básicamente distraer a la gente. Que hagan cualquier otra cosa, pero que no nos molesten (a nosotros, la gente que manda). Que les interesen los deportes profesionales, por ejemplo. Dejemos que se vuelvan locos con ellos, o con escándalos sexuales, o con las personalidades y sus problemas o algo así.
Tres pasiones, simples pero abrumadoramente fuertes, han gobernado mi vida: el anhelo de amor, la búsqueda del conocimiento, y una insoportable pena por los seres humanos a los que les toca sufrir.