Cuando muere una persona siempre sobreviene una especie de estupor, por lo difícil que es aceptar esta irrupción de la nada y prestarle credibilidad.
El autor deber estar en su obra como Dios en el universo; presente en todas partes, pero en ninguna visible.
El estilo es la vida y la sangre del pensamiento.
El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente.
Los recuerdos no pueblan nuestra soledad, como suele decirse, antes al contrario, la hacen más profunda.