¿La historia se repite? ¿O se repite sólo como penitencia de quienes son incapaces de escucharla?
A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba-abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder.
Adán y Eva fueron los primeros exiliados, los primeros condenados a emigrar en toda la historia de la humanidad. Según la versión oficial, Adán fue tentado por Eva: fue ella quien le ofreció la fruta prohibida y por culpa de Eva fueron los dos expulsados del Paraíso. Pero ¿habrá sido así? O Adán ¿hizo lo que hizo porque quiso? Quizá Eva no le ofreció nada, ni le pidió nada. Quizá Adán decidió morder la fruta prohibida cuando supo que Eva ya la había mordido. Quizá ella ya había perdido el privilegio de la inmortalidad y Adán eligió compartir su castigo. Fue mortal, pero mortal acompañado.
Ahora las torturas se llaman «apremios ilegales». La traición se llama «realismo». El oportunismo se llama «pragmatismo». El imperialismo se llama «globalización». Y a las víctimas del imperialismo se las llama «países en vía de desarrollo.
Andar solo no duele, sentirse solo es otra cosa.
De los miedos nacen los corajes y de las dudas las certezas. Los sueños anuncian otra realidad posible , y los delirios , otra razón. Al fín y al cabo , somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.
El miedo nos gobierna. Esa es una de las herramientas de las que se valen los poderosos, la otra es la ignorancia.
El mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar...
El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños.
En su vida un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol.