La paz es un don de Dios y, al mismo tiempo, una tarea de todos.
Las ideas no se imponen, se proponen.
No son pocos los jóvenes y adultos que buscan señales de su destino en las estrellas.
Ya Pío XII afirmaba que es lícito suprimir el dolor por medio de narcóticos, a pesar de tener como consecuencia limitar la conciencia y abreviar la vida (Encíclica Evangelium vitae).