A los políticos y a los pañales hay que cambiarlos seguido...y por las mismas razones.
Cuando un hombre quiere matar a un tigre, lo llama deporte; cuando es el tigre quien quiere matarle a él, lo llama ferocidad.
Dichoso es el que tiene una profesión que coincida con su afición.
Dios no ha muerto, sencillamente se mantiene al margen.
Dos personas que se reunen para escribir un libro es igual que tres personas que se reunen para tener un bebé. Uno de ellos sobra.
Dos tragedias hay en la vida: una, no lograr lo que ansía el corazón; la otra es lograrlo.
El crítico debe recordar constantemente a su lector que está leyendo la opción de un solo hombre, y que debe tomarla en lo que vale.
El dinero no es nada, pero mucho dinero, eso ya es otra cosa.
El hecho de que un creyente pueda ser más feliz que un escéptico es tan cierto como decir que el borracho es más feliz que el hombre sobrio.
El hombre no deja de jugar porque se hace viejo, sino que se hace viejo porque deja de jugar.