Aunque lo que más me preocupa es que, si me nominan, tendré que prepararme otro discurso y, aunque en mi carrera he ganado dos Oscar, tengo 14 discursos que también me preparé y nunca llegué a leer. Un día debería escribir un libro con ellos.
En un mundo de hombres, una mujer que ríe es vista como una mujer seducida, conquistada.
Hace 20 años pensaba que mi carrera estaba completamente acabada, en un año me ofrecieron el papel de bruja en tres películas distintas. No había papeles interesantes para mujeres. Pienso que es un milagro que haya interpretado tantos personajes increíbles desde entonces.
Los estudios de Hollywood parecen empeñados en disuadir a la gente inteligente de que vaya al cine.
Nadie quiere ver a la gente mayor en pantalla. Son las personas menos valoradas, menos apreciadas, menos escuchadas y menos interesantes de nuestra sociedad, en parte porque nos recuerdan hacia dónde nos dirigimos todos.
Se ha hablado mucho de lo hierática que era Thatcher, pero es que para ella la risa y el llanto estaban prohibidos. Que en su día Winston Churchill llorara resultó encantador, un signo de humanidad. Si ella hubiera llorado habría demostrado debilidad e incapacidad para regir los designios del país.
Ya no tengo paciencia para algunas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino simplemente porque llegué a un punto de mi vida en que no me apetece perder más tiempo con aquello que me desagrada o hiere. No tengo paciencia para el cinismo, críticas en exceso y exigencias de cualquier naturaleza. Perdí la voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama y de sonreír para quien no quiere sonreírme. Ya no dedico un minuto a quien miente o quiere manipular. Decidí no convivir más con la pretensión, hipocresía, deshonestidad y elogios baratos. No consigo tolerar la erudición selectiva y la altivez académica. No me ajusto más con la barriada o el chusmerío. No soporto conflictos y comparaciones. Creo en un mundo de opuestos y por eso evito personas de carácter rígido e inflexible. En la amistad me desagrada la falta de lealtad y la traición. No me llevo nada bien con quien no sabe elogiar o incentivar. Las exageraciones me aburren y tengo dificultad en aceptar a quien no gusta de los animales. Y encima de todo ya no tengo paciencia ninguna para quien no merece mi paciencia.