El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres.
Dejad descansar a las almas, porque, si no, toman moho como el hierro.
Las ideas no se imponen, se proponen.
Desgraciadamente, la opinión tiene más fuerza que la verdad.
El amor sabe compadecer; la amistad sabe curar.
La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco.
El corazón alegre hace tanto bien como el mejor medicamento.
Educar es dar al cuerpo y al alma toda la belleza y perfección de que son capaces.
Fe es creer en lo que no se ve; y la recompensa es ver lo que uno cree.
Tampoco hay que permitir que los hombres sean venales ni ávidos de riquezas.